De Banjul a Ziguinchor
Nuestro primer día en Gambia, después de haber descansado poquito, consistió en superar una misión: Llegar a Ziguinchor (Senegal) dónde nos esperaba nuestro guía, Pierre. Era día de elecciones en Senegal así que fue muy difícil cruzar la frontera, porque ese día en Senegal la circulación está prohibida. Nuestro conductor y otro taxista llamado Dave nos intentaron hacer llegar hasta donde pudieron. En la zona de la frontera, la policía me pareció muy corrupta y al ser chicas se permitían el lujo de pedirte el teléfono y flirtear por el simple hecho de dejarte cruzar. Abuso de poder completamente.
En la frontera, además, nos abrieron la maleta una a una mirando todo lo que llevábamos y cuando digo todo es todo, es decir, los billetes del monedero uno por uno. Se ve que una de las cosas que no quieren dejar pasar es según que medicamentos.
Finalmente, conseguimos pasar, pero solo un conductor pasó, así que nos vino a buscar otro, pero no tenía licencia para conducir y tuvimos que estar un tiempo debajo de la sombra de un árbol de una casa familiar, esperando con la duda de si ese día podríamos llegar a Senegal o no.
La familia era encantadora, nos trajeron unas mandarinas para comer y nos enseñaron su casa, el pozo, los cerditos y sus vestidos típicos.
Finalmente, consiguieron encontrar una furgoneta taxi que nos llevó a todas juntas a Zinguinchor, que era el punto de encuentro con Pierre, nuestro guía en Senegal. Las carreteras ya eran una aventura, llenas de baches, sin aire acondicionado, hacía calor e ir con la ventana bajada, es sinónimo de llenarte de polvo, pero conseguimos llegar a nuestro destino.
Pierre es senegalés y lleva ya años viviendo en Oussouye. Al llegar fuimos directas al campamento a comer algo. ¡El campamento llamado Aljowe era genial! De arquitectura típica de la zona con un pluvial en el centro y todas las habitaciones y salones con sofás alrededor. La cocina estaba en la parte externa y la verdad que era muy cómodo y comimos super bien.
Plantación y transformación del anacardo
Por la tarde, después de haber descansado y tomado una cerveza fría de Senegal llamda Gazelle (muy suave, pero muy buena), fuimos a ver los alrededores de Oussuye, y nos dirigimos a la plantación de anacardos.
En la zona había muchos árboles diferentes, el "formagé" es uno de los que más me llamó la atención y casi siempre lo confundía con un baobab, supongo porque tenía demasiadas ganas de ver uno. La naturaleza en Senegal es espectacular, y seguramente cambia mucho según la época porque el clima es diferente. Nosotros fuimos en época seca que no está tan verde, pero una cosa buena es que no hay tantos mosquitos.
En medio de la selva encontramos la plantación y a ritmo de Bob Marley descubrimos todo el proceso de fabricación del anacardo.
El fruto del árbol es supercurioso porque tiene un fruto que se vuelve amarillo y la parte de abajo tiene forma de anacardo. Una vez está maduro lo cogen y lo ponen en un horno a tostar, después lo sacan de la cáscara con unas máquinas y lo vuelven a poner en unos hornos con caldera hasta quedar tostados pero naturales, sin sal añadida. Una vez horneados, sacan la última cáscara pegada al anacardo con la mano y están listos para comer.
Los venden a muy buen precio y son muy ricos, de hecho, los mejores anacardos que he probado.
Después de la plantación nos acercamos al mercado local. Esos mercados no dejan de impactarme. Los olores son muy muy fuertes, especialmente en la zona de secado de pescado. Allí el pez seco forma parte de unos amuletos que se llevan en la cultura diola, y también lo utilizan para comer con su famoso arroz con "pez".
Sus mujeres me sorprendieron por esos vestidos con esas maravillosas telas africanas de colores, aunque no les gusta mucho que les tomen fotos, de hecho algunas decían que no y lo respetábamos.
También vimos los autocares que iban a la capital (Dakar) sobre decorados y con gente en la parte superior del autobús, todo muy curioso.
Mlomp y la cultura diola
Al día siguiente empezamos visitado un Mlomp (pueblo senegalés) dónde había las casas étages, que son casas de 2 pisos construidas con barro, lo cual no es habitual porque en Senegal todas las casas solo tienen una planta.
Fue curioso porque nos la enseñó la familia que vive en ella y la verdad que fue un momento cultural muy bonito, viendo como esa gente te enseñan su casa, que en verdad es un museo, como de orgullos están, las técnicas que utilizan para la construcción, la sala para el secado del arroz, el barro para la construcción, la zona de los balcones y la zona de la escalera que para ellos al no ser habitual es de lo más curioso.
En la zona trasera había la gente local tendiendo la ropa, peinándose el pelo y los niños jugando.
Al salir de la casa museo conocimos a varios niños que salían de la escuela y la verdad que eran encantadores, supersimpáticos y les enseñamos canciones y bailes de nuestra cultura. Lo pasaron en grande y a todos nos gustó compartir un ratito.
Justo al lado de la casa estaba el museo donde conocimos la cultura diola y la verdad que aprendimos mucho. Antes de entrar hay un árbol enorme con una zona sagrada que solo la puede pisar el rey diola y hay una foto suya colgando.
El museo que volvía a ser arquitectónicamente hablando, típico de la zona, tenía el pluvial en medio y toda la historia de la cultura alrededor: Escudos hechos de cáscara de tortuga, instrumentos musicales, de cocina para tomar su famoso vino de palma compartido, el casco de la fertilidad...