La llegada a Estambul fue interesante. El aeropuerto queda bastante lejos del centro y como conocí a gente el avión decidimos compartir taxi hasta el centro. ¿Como describir su forma de conducir... temeraria quizás? En fin, le pedí al conductor que por favor mirase hacia delante cuando conducía.
Estuve en 2 alojamientos, los dos muy buenos en la zona de Sultanahmed. El de la llegada en Wonder Wood Hotel, la ubicación era perfecta y el desayuno muy completo como todos los desayunos turcos, aunque nunca me acostumbraré a las aceitunas y pepino por la mañana. A la vuelta, la última noche, Xloft el lugar perfecto sin desayuno, así pude probar en la calle el simit, parecido al bretzel pero con chocolate.
Seven Hills rooftoop
La primera imagen de Estambul era exótico, piensas que estás en Europa, pero es tan diferente a todo lo que estás acostumbrada que me gustó. Las típicas motos-furgonetas para transportar agua y otras cosas, la llamada a la oración, pues en esta ciudad que es inimaginablemente grande, en concreto viven unos 13 millones de personas, hay muchísimas mezquitas por todas partes con sus minaretes con los altavoces correspondientes. Otra cosa que me llamó la atención es la gente que fue superamable en Estambul, la verdad que aparte de legales y respetuosos te ayudan un montón con cualquier cosa que se les pregunte. Me fascinó su amabilidad.
Al alojarme en Sultanahmed todo quedaba relativamente cerca. Sin dudarlo llegué a la hora del atardecer, así que directa a un rooftop con vistas, aunque antes me crucé por casualidad con un bazar muy bonito y con productos de calidad.
Las vistas son increíbles desde varias azotes, pero yo elegí Seven Hills Rooftop bar, que aparte de bar, tiene zona de mirador. Las vistas a la Mezquita azul con el atardecer eran para memorizar en la retina, y francamente ya tenía ganas de descubrirla por dentro porque me pareció preciosa. Por otro lado, estaba Santa Sofía, majestuosa y bonita también al atardecer con su tono naranja en la fachada. Las gaviotas sobrevolando la zona le daban ese toque de realidad, de sí, definitivamente, había aterrizado en Estambul, Turquia.
En la terraza aproveché, ya que quedamos con los que conocimos en el avión para tomar una cerveza, pues, que no es fácil de encontrar al ser un país musulmán, y de camino al hotel de vuelta cenamos un kebab.
Mezquita Azul
La Mezquita azul es un must si viajas a Estambul. Es totalmente gratuita i habitualmente hay mucha cola, así que hay que ir con paciencia. Yo estuve de suerte y en el momento que pisé Estambul no había mucho turismo, así que me ahorré bastante la cola, de hecho no hice.
Consejos para la mezquita: Hay que ir tapado de la cabeza si eres mujer y hombros y rodillas ambos sexos. Así que te aconsejo taparte con un foulard. También hay que ir descalzo, por lo que llevar unos calcetines te viene muy bien para no pisar la moqueta. El espacio es increíble, enorme y las vidrieras de colores un espectáculo. Aún no me creo que sea gratis ver esa maravilla.
Santa Sophia
Santa Sofia es sin duda otro must. Es majestuosa y es especial porque paso de ser un templo cristiano a uno musulmán. En esta sí que hay que pagar entrada, en concreto hay dos tipos. Para solo ver desde el balcón o para bajar en la zona inferior y admirarla desde abajo. Yo personalmente escogí la entrada más barata porque en Estambul muchas atracciones son de pago y hay que ir racionando y la verdad que me pareció suficiente. La cúpula es increíble, aunque en general tiene un estado medio deteriorado, pero es parte de su encanto. La moqueta con ese verde intenso combina a la perfección con el dorado y puedes percibir perfectamente que era una basílica cristiana por su disposición.
Cisternes
La Mesquita Azul y Santa Sofia quedan una enfrente de la otra y justo al lado de Santa Sofia puedes encontrar las Cisternas que para mí también es una visita obligatoria donde disfrutar de la arquitectura bizantina. Es impactante la cantidad de agua que podían albergar esas cisternas.
Aparte de las grandes dimensiones y de que puedes encontrar un poco más de frescor, es espectacular el juego de luces que se da mientras paseas por ellas, el agua es clara y nítida y a modo temporal hay exposiciones de arte moderno.
Una historia muy curiosa dentro de la cisterna es encontrar las cabezas de Medusa que han colocado como bases de columnas dentro de la cisterna, relativamente fácil de encontrar, ya que se acumula la gente para tomar fotografías. En este espacio también se han rodado diferentes películas, por lo que es un entorno que te puede resultar familiar si eres un poco cinéfilo.
Para acceder a las cisternas hay que pagar entrada, pero realmente es un dinero bien invertido, ya que para mi punto de vista merece mucho la pena.
La calle que va de Santa Sofia a Gülhane Park, es una avenida preciosa con el tranvía donde puedes ver preciosos bares en medio de la naturaleza, muchos artesanos que hacen los famosos manis, que son unos pequeños raviolis turcos deliciosos, pan tradicional, también puedes encontrar las famosas tiendas de helados donde por hacerte un show que te hacen como que te dan el helado y juegan a quitártelo y van haciendo un tira y afloja y por ello te cobran el doble, aquí va un pequeño consejo: si os apetece solo helado decid que no queréis el show turco.
También encontré el mejor café de Estambul en una cafetería llamada Kah-Ve Rengi Roastery, 100% recomendable si sois amantes del buen café roasty.
Andando di un pase por Gülhane Park, un parque bonito para por si te sobra un poco de tiempo para dar un paseo y relajarse un poco.
Y después comí el mejor kebab de Estambul en Sehzade Cag Kebap, con una carne superrica con sabor a brasa. Solo hay un menú que es su kebab de ternera. Al llegar te sientan fuera o dentro según disponibilidad, hay agua gratuita en botes de plástico, y te traen salsa de yogur artesanal, ensalada de pepino y tomate, cebolla, una especie de humus picante y tú eliges que quieres para ponerle a tu kebab. Después te traen 2 pinchos de carne con una masa de pan superfina, nada que ver con el kebab europeo y tu te lo montas a tu gusto. Francamente, es el mejor kebab que me he comido en mi vida, tanto que repetí. Y de postres puedes comer una backlava de pistacho.
Gran Bazar
Ir a Estambul y no pisar el Gran Bazar es como ir a París y no ver la Torre Eiffel. Se tiene que ir y es una actividad de regateo digna de practicar y ver. Quiero decir antes de empezar que me sorprendió gratamente como son los turcos, obviamente les va el regateo y si no lo haces es como una ofensa, pero son superrespetuosos y cuando dices que algo no te interesa no son para nada insistentes.
El Gran Bazar tiene varias entradas, ya que es un laberinto curioso con entradas con seguridad en todos lados. Está distribuido generalmente por productos, hay una zona con joyería, una con bolsos de marca e imitaciones realmente buenas, otra con ropa, artículos artesanales... También si vas observando las banderas del techo puedes ver que hay dos zonas según los equipos de fútbol de allí, un lado el Fenerbache y el otro el Galatasaray.
Mientras te pierdes por el Gran Bazar te vas cruzando con camareros que llevan el té a clientes en bandejas colgadas y cuyas cocinas están escondidas entre esquinas del Gran Bazar, me pareció muy auténtico aunque también hay otros cafés entre los cuales hay el más antiguo donde puedes tomar el típico té turco y diferentes tipos de backlavas que estaban muy buenas. El café se llama Sark Kahvesi aunque hay varios por la zona. En la zona de los cafés también hay tiendas que no se puede regatear pero con productos de alta calidad como jabones naturales.
Ahora viene el verdadero consejo, si realmente quieres encontrar chollos a muy buen precio, sal y date una vuelta por los alrededores, puedes encontrar los mismos productos con la misma calidad o incluso mejor a mejor precio, así que realmente merece la pena.
Justo en una de las salidas conectas con el Bazar Egipcio, llamado también el Bazar de las especies. El edificio es precioso y puedes encontrar muchas especies y personajes muy simpáticos que hablan todos los idiomas y te invitan a todo lo que quieren vender. Degusté diferentes tés y tengo que deciros que el de manzana era realmente bueno.
Puente de pescadores y Galata Tower
Para cruzar al otro lado del río, aunque sigue siendo el lado europeo de Estambul hay que pasar de una de las mezquitas con bonitas vistas al atardecer hacia el puente de los pescadores, lleno de gente local con sus cañas pescando pequeños peces, que creo que son los que después comes en los famosos kebabs de pescado.
Al cruzar al otro lado hay que subir hasta Galata Tower, si quieres subir arriba de la torre hay que pagar entrada, dicen que merece la pena para ver el atardecer en 360 grados sobre Estambul, aun así yo no subí. Creo que fue la zona más concurrida de mis días en la ciudad, estaba lleno de gente, y la calle donde hacen los famosos pasteles de queso más.
El atardecer se ve precioso desde el lado de Galata Tower. Vistas a las miles de mezquitas que hay con fondos anaranjados y cientos de gaviotas volando los cielos, una estampa preciosa que no se me va a olvidar.
Para cenar me habían recomendado enormemente probar los fish kebabs o kebabs de pescado, así que les hice caso y lo probé.
Tiene un toque picante y está buenísimo, hay millones de puestos alrededor del río que lo hacen y puedes ver todos los ingredientes y como lo hacen delante de ti. Para ser francos no sé qué tipo de pescado comí, imagino el que pescaban los pescadores, pero merece la pena comerlo aparte de que es muy barato.
Balat, el barrio alternativo.
Balat es un barrio un poco alejado del centro donde encuentras todos los puntos turísticos, pero que a mi forma de ver merece mucho la pena. Es un barrio lleno de color, con un toque alternativo donde hay gente muy guay y cafeterías monísimas y era el antiugo barrio judío.
Lo mejor que puedes hacer en Balat es perderse por sus calles y descubrir todos los secretos escondidos.
Para llegar, la forma más fácil y rápida es en transporte público. Empezar a recorrer Balat es como dejar de estar en el clásico Estambul para adentrarte en un mundo de color y con gente muy alternativa. Hay muchas tiendas de antigüedades, algunas monísimas que es entrar y se te pone la piel de gallina, todos sus edificios tienen ese algo especial que hace que te quedes embobada mirándolos.
Las cafeterías son un must en Balat, sin duda si pudiese iría a trabajar allí. En todos lados encuentras gatos, aunque hay una en concreto que se llama Naftalin que hay muchísimos mientras estás sentado. También hay los clásicos como el Balat cafe i el Velvet que son dignos de ver y si tienes tiempo tomar algo.
Como espacio hay las escaleras de colores y el Antik café, que ahora no puedes entrar si no consumes, pero es muy bonito. También se encuentran las famosas casas de colores que las identificaras por el montón de gente que se toma fotos allí y uno de los colegios más antiguos de la ciudad, el Colegio griego de Fener.
Para comer comí en Erika Bistrot que aparte de bonito y una terraza con vistas a la iglesia San Esteban de los Búlgaros degusté los mejores mantis, los típicos raviolis turcos con salsa de yogur que había visto como hacían las artesanas por el barrio. No todos los raviolis están tan buenos como estos.
Taksim square
Taksim es una de las zonas céntricas de Estambul, tiene una plaza con la mezquita, parque e inicio de la ruta en tranvía, y te dirige hacía una avenida que es la típica avenida con tiendas que está en todas las ciudades bajo un mantel de banderas del Galatasaray, una de las cosas que más me sorprendió es ver tal cantidad de banderas en todos lados, ya sean del país o de los equipos de futbol.
En la avenida me picó la curiosidad ver que había paradas ambulantes de mejillones y que la gente a media tarde iba allí y los tomaba de pie mientras el señor se los preparaba. Decidí probar 1 y tengo que decir que a mí personalmente no me gusto mucho, van rellenos de arroz, pero a media tarde no se me puso muy bien.
Al lado del río, en el lado de Galata también hay mucho ambiente y es uno de los puntos de coger cruceros por el Bósforo, pero antes de cogerlo decidí comer unas castañas, ya que nunca he comido en esta época y me encantan. Me gustaron, pero aún más el castañero.
También es una buena zona para tomar un kebab de pescado porque hay muchos puestos diferentes.
Crucero al atardecer por el Bósforo
Una de las actividades que sin duda te recomiendan es el crucero por el Bósforo. Me pareció muy relajante y uno de los mejores momentos bajo mi punto de vista es hacerlo al atardecer porque así puedes ver unas maravillosas vistas del lado europeo y del lado asiático.
Haciendo el crucero te das cuenta de lo grande que es esa ciudad y puedes observar la diferencia de los 2 lados que pertenecen a dos continentes diferentes. Desde Sultanahmed pude observar una enorme mezquita en el lado asiático y si confirmo que es enorme.
Llegamos a cruzar 3 puentes diferentes y ves las zonas más ricas de Estambul, ves como de diferentes son los edificios y la infinidad de mezquitas que hay. Además, al parar hay parada en el lado de la Mezquita Azul y en el lado de Galata por lo que va genial poder hacer una parada en cada lado.
Resum
Estambul es sin duda una ciudad que merece mucho la pena. La puedes ver con tranquilidad durante 3-4 días o puedes hacer un exprés seleccionando lo que más te gustaría ver en 2 días como fue mi caso.
Sí que es cierto que todos los monumentos interesantes se tiene que pagar entrada y no son especialmente baratas, pero si seleccionas lo que quieres ver merece la pena.
Quiero destacar la amabilidad y la educación de los turcos en esta ciudad que me llamó mucho la atención, sintiéndome segura y acogida en todo momento.
A nivel de consejos recordad:
- Alojarse en la zona de Sultanahmed es una buena opción.
- Mirar qué entradas quieres pagar y cuáles no
- Taparse para entrar en las mezquitas y llevar unos calcetines para no ir descalzo
- Probar la rica comida turca.
- Si quieres comprar en el Gran Bazar, salte del Bazar y camina por los alrededores sin olvidarte de regatear.